Tenemos que tener cuidado con lo que les decimos a los hijos, con la importancia que le damos a pequeñas cosas, que en realidad, pueden convertirse en problemas para la personalidad o futuros comportamientos de nuestro hijo. Por ejemplo, voy a contaros una cosa que me ocurrió el otro día.
Una niña que conozco me contó que en clase una niña le pidió un bolígrafo de colores y que ella se lo prestó, luego vio como se lo metía en la mochila, y al terminar la clase le dijo:
- ¿Me devuelves mi bolígrafo?
- Te lo he dejado en la mesa – responde la otra niña-
- Pues no lo encuentro, voy a decírselo a la profesora a ver si lo ha visto.
- No, a la profesora no, yo te ayudo a buscarlo.
Al final, la niña se va a casa sin su bolígrafo y me dice:
- No pasa nada, es solo un bolígrafo.
A lo que yo pienso… esa frase no es de ella. Y efectivamente la niña sigue.
- Si fuera algo más caro… pero mi madre me ha dicho que como es solo un bolígrafo que no pasa nada.
Efectivamente, esa frase era de su madre, por eso, tened claro que las frases que nosotros decimos, los niños las van a repetir.
Su madre lo hacía por su bien, está claro, pero yo, que no estaba en medio de ninguna sesión de terapia, solo hablando con una niña a la que le tengo cariño, no pude evitar decirle:
- Aunque sea un bolígrafo no puedes dejar que te quiten las cosas así, porque vale que sea una cosa barata, pero es tuya. Y si dejas que porque sea un simple objeto barato puedan quitártelo, al final pueden hacértelo más y más veces.
Mañana podrías decirle a esa niña: “Ayer vi como te guardabas mi bolígrafo en tu mochila, es un simple bolígrafo como si te lo quieres quedar, pero que sepas que es mío y me lo has robado, te he visto, no soy tonta.”
Esto respetando lo que le ha dicho su madre, sin intentar contradecirla, porque en realidad, también estaría bien junto a todo eso decirle “quiero que me lo devuelvas porque es mío”.
A todo esto se le llama «Asertividad» se trata de decir lo que uno siente o piensa de manera firme y educada.
Además, con todo esto, pretendía que la niña dejara claro que no estaba tonta, que aunque era un simple bolígrafo y no le importara, se lo podía quedar, porque sí, es buena persona, pero que supiera que no es tonta, y la ha visto.
Porque si la otra niña cree que le ha podido quitar un bolígrafo sin que se enterara, va a intentar quitarle más cosas, más veces, y al final, cuando la niña quiera poner remedio puede que ya sea más difícil, porque ya “la ha tomado por tonta”.